Aumento de precios en América Latina

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp

Pandemia, guerra, inflación. Parecen cosas distintas, pero están estrechamente ligadas, y en América Latina muchos países están empezando a sufrir las consecuencias de los precios cada vez más altos.

A comienzos de 2022, la CEPAL entregó un informe donde detallaba cómo la pandemia del coronavirus había aumentado los índices de pobreza en América Latina, llevando a que cinco millones de personas pasaran a engrosar la lista de “pobreza extrema”, esto es, la de quienes no pueden satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. Un escenario terrible que está lejos de mejorar, pues la invasión rusa a Ucrania provocó otro terremoto económico, y la región no se salvará de sus efectos.

El aumento de los costos de las materias primas, como el petróleo, y de distintos tipos de alimentos, ha empujado al alza los precios. Es un problema que se replica también en otras zonas del planeta. En lugares tan alejados como Sri Lanka y Argentina o Panamá y Bosnia, la ciudadanía ha salido a las calles a exigir medidas que permitan menguar el impacto de unos precios que suben más allá de la velocidad con que aumentan los salarios.

El Fondo Monetario Internacional ya lo había advertido en abril: el descontento social podría suponer una dificultad adicional para los gobiernos del mundo, y puso especial énfasis en América Latina. Sin embargo, algo similar ocurre en Alemania, donde el alza del precio del gas y el peligro cierto de no contar con él para calefaccionar los hogares en el invierno ha llevado a entidades como la Asociación General de Arrendadores (GdW) a advertir que el malestar podría extenderse también en el país más poderoso de la zona euro.

Gabriela Siller, profesora de Economía en el Tecnológico de Monterrey (México), dice a DW que “la alta inflación ya ha probado que no será temporal, y es esperable que dure hasta finales del 2023 o inicios del 2024”. A su juicio, esto llevará a los principales bancos centrales del mundo a mantener sus tasas de interés también a niveles altos. La experta explica que el fenómeno comenzó con “las disrupciones de las cadenas de suministros y la volatilidad de los precios de las materias primas debido a la pandemia, y luego vino la guerra”. Y se desató la inflación.

En México, por ejemplo, alcanzó en junio el mayor nivel desde 2001. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) analizó la situación y determinó que este alza afecta mucho más fuertemente a los hogares de menores ingresos, y además aumenta la brecha entre ricos y pobres. “La alta inflación desafortunadamente genera mayor pobreza”, confirma Siller.

DW

Comparti esta noticia:

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp