Mattio: El lenguaje como monstruo

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp

Escritor, docente y editor, Juan Mattio es responsable de una de las obras más audaces y originales de la literatura contemporánea y por su segunda novela, “Materiales para una pesadilla”, fue elegido ganador del tercer premio de la Fundación Medifé-Filba, un trabajo donde asegura que el lenguaje es el gran monstruo: “Un escritor haría bien en pensar no solo en las alegrías o los entendimientos que puede ofrecernos el lenguaje, sino también en todas las sombras y desencuentros que lo habitan”.

Editada por el sello Aquilina al igual que su primera novela “Tres veces luz”, esta historia potencia los alcances del lenguaje como núcleo de malentendidos y opacidad y lo hace desde la ciencia ficción, para reforzar la idea de la máquina como sistema fallido, como una estructura falible pero también como espacio donde encontrar un orden frágil pero posible.

Multidimensional, con pliegues y la ambición de dejar planteados debates en torno a la memoria, el pasado y la justicia, esta ficción fue elegida por un jurado compuesto por María Teresa Andruetto, Fabián Casas y Mariana Enriquez, quienes la destacaron entre “La jaula de los onas”, de Carlos Gamerro; “Modesta dinamita”, de Víctor Goldgel; “Olimpia”, de Betina González; y “Hay que llegar a las casas”, de Ezequiel Pérez.

Para los tres, se trata de una “ficción anticipatoria, experimental” y, a la vez, una “novela de aprendizaje” que “a lo largo de sus casi 400 páginas visita persecuciones, terror y militancia de los años 70 y un futuro virtual donde lo humano (y su relación con muertos, fantasmas y avatares) se disuelve”.

El narrador establece una búsqueda en la que se entretejen papeles, grabaciones y recortes como archivos y en ese itinerario se entrelazan otros personajes, como una investigadora obsesionada con las marcas de una máquina diseñada durante la dictadura, una programadora que proyecta un entorno virtual para comunicarse con los muertos o un escritor que integró las filas de los servicios de inteligencia.

En uno de los tramos de la novela, ese narrador que inicia y guía la búsqueda dice: “La ciencia ficción era una forma de reconectar con la paranoia de mi madre, con esa forma particular de percibir la realidad basada en los detalles. Una lógica que reúne pequeños datos en un sistema alucinado y delirante”, y esa es una de las dimensiones de la novela: la de un hijo que recupera la relación de su madre con las palabras.
En el camino hasta llegar a este premio, “Materiales para una pesadilla” quedó primero junto a nueve obras, entre las que estaban las cuatro con las que compartió la lista de cinco que se definió hoy y “Sodio”, de Jorge Consiglio; “El corazón del daño”, de María Negroni; “La estirpe”, de Carla Maliandi; “Tilde, tilde, cruz”, de Fernando Chulak; y “Madre robot”, de Nora Rabinowicz.

En ediciones anteriores los ganadores fueron Juan Ignacio Pisano con “El último Falcon sobre la tierra” y Federico Falco con “Los llanos”. Este año la selección se realizó a partir de 201 originales y el premio consiste en una estatuilla y 750.000 pesos.

“‘Materiales para una pesadilla’ es una novela compleja, emocionante y ambiciosa, incómoda, para nada complaciente, que trabaja sobre la fragilidad de lo humano y sus certezas, sobre los lenguajes y los duelos, sobre cómo esos lenguajes producen realidades y alienaciones. En ella habitan con soltura diferentes voces y tiempos, incluso en los tramos más intencionalmente duros. Con ecos de ‘La ciudad ausente’, de Piglia, los relatos que en ella convergen se ofrecen como una maquinaria de producir memoria, dolor, violencia, pero también belleza”, dijo el jurado al elegirla.

Emilia Racciatti, Télam

Comparti esta noticia:

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp