El 22 de febrero, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) declaró la Emergencia Sanitaria en todo el territorio nacional debido a la detección de una caso de Influenza aviar tipo A en una Guayata (Chloephaga melanoptera) encontrada muerta, junto a otros individuos de la misma especie, en la Laguna de los Pozuelos (Provincia de Jujuy).
A partir de este primer registro, se han ido sumando otros casos positivos confirmados, tanto en aves silvestres como domésticas.
“Ha habido un brote en el mundo y ahora nos llega a nosotros. Según el último reporte de SENASA hasta ahora se detectaron 39 casos en todo el país y cada vez va subiendo un poco más. Si bien son pocos, son números que hay que considerar y empezar a tener en la cabeza”, señala Verónica D´Amico, investigadora del CONICET del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR, CONICET) y especialista en aves costero-marinas de las costas del Atlántico Sur.
El brote actual comenzó su expansión en Europa en 2020, luego se trasladó a América del Norte y ha ido expandiéndose hacia el sur. Hasta el momento, en el continente americano se han reportado brotes en Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Ecuador, Estados Unidos, Honduras, México, Panamá, Perú, Venezuela, Bolivia y ahora en Argentina y Uruguay.
Desde SENASA, autoridad de aplicación en el tema, destacan que la Influenza aviar no se transmite a los humanos por consumo de carne o huevos, por lo que el consumo de estos productos no pone en peligro la salud humana. Por otra parte destacan que el riesgo de transmisión a las personas es muy bajo y solo se puede producir por contacto directo al manipular aves enfermas o muertas por el virus, sin protección, a través de sus secreciones o excreciones.
“Es una enfermedad de alta patogenicidad, es decir que se transmite muy rápidamente y afecta mayormente a las aves de corral, a las aves de traspatio y a las aves acuáticas silvestres. Entre los tipos de virus de gripe, aquellos de tipo A son los que infectan a los animales y a las personas. Las aves son reservorios de los virus de Influenza, los subtipos H5, H7 y H9 son los de alta patogenicidad, es decir que pueden causar daño a las aves y propagarse rápidamente. Por eso es que, si hay sospecha, hay que controlar lo más rápido posible la situación”, indica D´Amico, quien forma parte también del Grupo de Ecofisiología Aplicada (GEA) y trabaja mayormente con aves playeras migratorias, pingüinos de Magallanes y gaviotas cocineras, entre otras.
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