Tras haber recibido el Premio a la Mejor Creación Literaria 2019 por “Inundación”, un reconocimiento de la Feria del Libro de Buenos Aires a ese ensayo poético sobre la escritura que llega con delay pandémico, la cordobesa Eugenia Almeida habla de “Desarmadero”, una novela policial que corre rápido, a la vez que funciona como áspera radiografía social y como una puesta en cuestión -podría ser entendida como ensayo también- de las nociones contemporáneas de destino y control.
Haber recibido esta distinción retroactiva “ha sido un gran honor -dice a Télam Almeida-. Fue una alegría doble que ocurriera con este libro -del pequeño sello Documenta Escénicas- porque es un trabajo distinto al de las novelas, es otro tipo de esfuerzo hacerlo llegar a todo el país, que circule, y además nos ha dado montones de satisfacciones. Lo eligieron en 2021 para enviarlo a Bibliotecas Escolares, un destino muy potente, hermoso y deseado”, agrega en un barcito cercano a una de las entradas laterales de La Rural que, en plena Feria, se puebla de clientes “como pocas veces”, dicen quienes lo atienden.
Pero Almeida, esta escritora de Unquillo, Córdoba, licenciada en Comunicación Social, nacida en 1972, autora de las novelas “El colectivo” (traducida a seis lenguas), “La pieza del fondo” (finalista del Premio Rómulo Gallegos) y “La tensión del umbral” (Premio Transfuge a la mejor novela hispánica publicada en Francia); autora del libro de poesía “La boca de la tormenta” (Premio Alberto Burnichón); conductora del programa literario Dame Letra de Radio Universidad viene a hablar sobre su último y nuevo trabajo,”Desarmadero”, que leído junto a “Inundación”, el antitético y recientemente premiado libro anterior, lleva en común el juego con el lenguaje, la poesía.
Esos libros no pueden ser más diferentes, pero el motor de esa escritura, lo que subyace y sobrevuela estos textos y sus anteriores salta de uno a otro. La opacidad, lo liminal, el movimiento, el silencio, la búsqueda. Cierta cosa quimérica, algunos rescates míticos. Parecen estar siempre hablando de lo mismo, siempre distinto, siempre, hasta ahora, rescatando el vértigo de que la literatura también es entretenimiento.
El argumento de la nueva novela que publica Edhasa: Durruti dirige el desarmadero ilegal de un barrio de emergencia e interviene en las vidas de sus habitantes con fuerza de gobernante, los que entran en su círculo quedan sometidos a un orden que pareciera ser el suyo, pero ¿lo es? ¿Hasta donde controlan las decisiones quienes creen que las controlan? ¿Cuáles son las fronteras de lo que en principio pareciera territorio autónomo?
-Télam: “Desarmadero” es un policial, pero también tiene poesía, suena a ensayo filosófico y por la estructura brevísima de sus capítulos y la presentación e interacción de los personajes podría funcionar como serie audiovisual. ¿Hoy es útil encajonar en géneros o ese hablar de hibridaje que en un momento sirvió para poner en palabra a un rumbo que se iba marcando ya caducó?
-Eugenia Almeida: Es como seguir sosteniendo que hay algo puro. “La amante inglesa”, una novela de tinte poético de Marguerite Duras, ¿se puede leer como un policial? Si. A “Extraños en un tren”, de Patricia Highsmith, la leés como un policial perfecto y al mismo tiempo es una crítica social muy fuerte. Todo el psicoanálisis, poesía, una relación con el lenguaje que se aleja de la nominación, que busca el eco. Y por fuera de la literatura también estamos en toda una lucha del decir. ¿Nuestras concepciones de género, como varón y mujer es lo natural? No, cualquier biólogo te va a decir que es un espectro muy amplio que cortamos de manera caprichosa. Ordenaste y te tranquilizaste, pero estás negando lo que hay, estás negando su complejidad. Y en la literatura es lo mismo.
-T: ¿Empieza a debatirse el binarismo en la perspectiva de género y empiezan a desintegrarse casilleros de distintas disciplinas?
-E.A: Hay un libro precioso de Osvaldo Aguirre, que se llama ‘Notas de un diario’. Ahí se mezcla su capacidad como poeta y su trabajo como redactor de policiales en un diario, y vos lo ves y no sabés qué es ese libro. La potencia está en eso, en que ya no importa.
–T: Tal vez ahora pase por encontrar nuevas formas de nombrar.
-E.A: Lo más pesado es la idea de que donde termina una cosa empieza otra, eso en la naturaleza no existe.
-T: ¿Qué diferencia encontrás entre escribir poesía y novela?
-E.A: La novela que he escrito hasta ahora, que no es necesariamente policial, pero siempre hay algo de enigma, es una estructura que requiere un poco de vuelo pero mucho cuidado, de cierta manera tiene que cerrar. En cambio el trabajo con la poesía o el ensayo es un territorio mucho más libre, no porque me atenga a los géneros en tanto escritora, sino como lectora, por tener matrices y agarrar libros de ensayo, ver que ahí hay juegos de libertad mayor, y en la poesía ni hablar.
Dolores Pruneda Paz, Télam