“Trabajar menos, trabajar todos”: el eslogan histórico de 1968 vuelve a estar en el centro de atención, mientras que en Europa e Italia se habla con insistencia de la semana laboral corta. Pero trabajar de lunes a jueves con el mismo salario sigue siendo un sueño para muchos, casi todos.
Y en Italia solo dos grupos en este momento (Intesa y Lavazza) están experimentando con esta solución nacida también de la necesidad de reorganizar el trabajo durante el período de pandemia, entre la necesidad de protección y la de ahorro de energía en las oficinas que llegó poco después con el ataque ruso en Ucrania.
Una hipótesis, sin embargo, que ya se probó en el Reino Unido, donde un informe del gobierno recientemente dio lugar a un intenso debate: la mayoría de las empresas que participaron en la prueba (unas sesenta) decidieron que querían continuar y en 18 casos el experimento se convirtió en práctica permanente.
En Italia, Intesa Sanpaolo, por ejemplo, ya reorganizó su trabajo e introdujo un nuevo modelo para sus 74.000 empleados.
Entre las principales novedades se encuentra la semana corta de 4 días de 9 horas de trabajo (36 horas en total) con igual remuneración, de forma voluntaria y compatible con los requerimientos técnicos y productivos. Lavazza ya hizo lo mismo en 2022.
En realidad, los últimos datos de Eurostat (actualizados a 2022) muestran una tendencia contraria en toda Europa: en Italia, por ejemplo, unos 2 millones de trabajadores permanecen en la obra 50 horas a la semana, frente a las canónicas 40 horas (8 horas al día durante 5 días).
Se trata del 9,4% del total de trabajadores (unos 23 millones) y el fenómeno en Europa afecta mucho más a los autónomos (30%) que a los asalariados (4%).
La cifra italiana está entre las más altas de Europa: nos superan los trabajadores franceses con un 10,2%. Pero el tope lo alcanza Grecia: 12,6%.
En Rumanía la cifra se desploma al 2,2%, en Bulgaria al 0,7%.
En Italia la presión de los sindicatos sobre el tema es fuerte y la de las oposiciones también, pero el gobierno parece haber insinuado ya una apertura sobre el tema, aunque recientemente el debate se centró con más insistencia en el recorte de la cuña fiscal en el decreto laboral.
“Estoy dispuesto a reflexionar a partir de la realidad -dijo en febrero el Ministro de Empresa y Made in Italy, Adolfo Urso-. Todo debe armonizarse con una sabia política industrial con el objetivo de aumentar la productividad y el empleo”.
Los sindicatos son muy cautelosos en su respuesta, pero hacen de la semana de 4 días un caballo de batalla: “son solo palabras”, respondió en pocas palabras el líder de la CGIL, Maurizio Landini.
ANSALATINA