Hubo dos combates que resultaron claves en el desenlace de la guerra de Malvinas: las batallas de los Montes Longdon y Tumbledown, ocurridas entre el 11-12 y el 12 -13 de junio de 1982.
Reconstruir qué pasó durante esos días y en el período previo, a partir de relatos, documentos y la inédita experiencia de mapear el terreno, es el objetivo de un proyecto de investigación que pretende echar luz sobre hechos de la historia argentina que no terminan de cicatrizar.
El proyecto “Los rostros y la savia de la Guerra de Malvinas” busca estudiar la organización social, política real y concreta en ambos combates. Esto significa que el equipo se abocó al análisis de la logística (abastecimiento de alimento, munición, indumentaria y medicamentos) y el mando (la jerarquía entre oficiales, suboficiales y soldados) tanto en el período de relativa paz (abril) como en el avance británico hacia Puerto Argentino (mayo y junio). Este proceso tiene un violento desenlace en los dos combates más prolongados del conflicto bélico.
El trabajo es dirigido por la antropóloga e investigadora superior del CONICET desde el Centro de Investigaciones Sociales (CIS, CONICET-IDES), Dra. Rosana Guber y codirigido por el veterano de guerra y magister en Defensa Nacional Héctor D. Tessey (UNDEF), cuyo proyecto doctoral inspiró las bases de esta investigación. El equipo está integrado por antropólogos, arqueólogos de conflicto, historiadores, politólogos y militares veteranos de aquella guerra.
“El objetivo desde la investigación científica es reconstruir un hecho social que muestra a la sociedad y al Estado argentino en un determinado momento histórico, a partir de la mirada de los propios protagonistas. Es la guerra, y es en dos montes, con dos tipos de protagonistas: infantes de Ejército e infantes de Marina. Tiene en este sentido un eje comparativo con desarrollos en algunos casos análogos y en otros no”, comenta Guber.
Como parte de la investigación, el equipo llevó a cabo durante seis días un relevamiento no invasivo del terreno que abarca los dos montes. En esa reconstrucción apelan, además, a narraciones orales, documentos, material audiovisual y objetos asociados al entorno, sumando dos aspectos claves: el punto de vista militar, a través de la palabra y la perspectiva tácticamente entrenada de los veteranos de guerra, y el reconocimiento del terreno desde la arqueología.
“La arqueología aporta mucha información de campo y de terreno, información que otras fuentes no siempre descubren”, señala el investigador del CONICET y coordinador del grupo arqueológico, Carlos Landa. Es la primera vez que un equipo argentino se encarga de mapear algún territorio de las islas. “Es inédito”, reconoce Landa.