Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), para finales de 2020 el Covid-19 podría empujar a entre 80 y 130 millones de personas al hambre en todo el mundo.
La situación empeora en América Latina y el Caribe, que es la región del mundo donde la inseguridad alimentaria está aumentando con mayor rapidez y donde se estima que podría alcanzar a un 9,5% de la población en 2030.
En su reporte anual sobre la “Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo”, publicado este lunes 13 de julio, la FAO, en alianza con la Programa Mundial de Alimentos (PMA) y otras tres agencias internacionales, alerta que la crisis sanitaria “está intensificando la vulnerabilidad y la desigualdad de los sistemas alimentarios mundiales”, desde la producción, a la distribución y el consumo.
Según el informe, para finales de 2020 entre 83 y 132 millones de personas “podrían pasar hambre” por la recesión económica derivada de la pandemia. La previsión se basa en las estimaciones que auguran un desplome del producto interior bruto mundial de entre el 4,9% y el 10%. Aunque el documento sugiere que “aún es pronto para valorar el impacto real” de las restricciones y bloqueos comerciales.
Sin embargo, más allá de la pandemia, el hambre en el mundo es un problema que no ha dejado de crecer. Los datos recabados por la FAO demuestran que, después de haber mostrado una disminución durante décadas, el hambre crónica en el mundo empezó a aumentar “lentamente” en 2014 y ha seguido haciéndolo hasta hoy.