Permanecieron durante una semana sin agua ni comida, a merced de las olas y del terror. Contaron a los socorristas la pesadilla de ese viaje atroz, de las sesenta personas que murieron en el mar, ante sus ojos.
Entre ellos también había un niño de un año y medio, junto con su madre.
Es una tragedia más en el Mediterráneo, en ese cementerio líquido, donde en las últimas 24 horas el Ocean Viking, el barco de la ONG SOS Mediterranee, ha salvado a casi 300 personas, incluidos los 25 sobrevivientes de la barcaza que se averió frente a las costas de Libia. Un rescate justo cuando, en el plano judicial, llegaba la noticia de la decisión del Tribunal de Justicia Europeo de rechazar el procedimiento de urgencia del decreto Cutro que, por tanto, será tramitado con el procedimiento ordinario.
Se trata de una ley que aumentará las penas contra los traficantes de inmigrantes en el mar Mediterráneo y limitará el estatus de “protección especial”, propuesta por el Gobierno tras el naufragio del 26 de febrero frente a las costas de la localidad de Cutro (Calabria, sur) en el que murieron al menos 94 personas. En el decreto hay normas dirigidas a simplificar el proceso de expulsión, otras para mejorar los centros de permanencia para la repatriación e instrumentos para intervenir en caso de gestión opaca de los centros de acogida de inmigrantes.
Ansalatina